

El colapso y la falta de plazas residenciales en nuestro entorno es evidente y la pandemia ha acentuado la tendencia generalizada de la mayoría de los países occidentales en la transición de un modelo de viviendas institucionalizadas a otro modelo basado en viviendas más pequeñas donde ofrecer el apoyo en el propio hogar. Los primeros son viviendas compartidas entre cuatro y diez-doce personas que reciben apoyo durante todo el tiempo que permanecen en la vivienda, mientras que en la segunda opción las personas viven solas o con uno o dos compañeros que generalmente han elegido y reciben apoyo profesional intermitente de acuerdo con sus necesidades. El objetivo del proyecto es movilizar recursos familiares para lograr viviendas asequibles aprovechando este cambio de modelo enriquecido con las experiencias del covivienda (viviendas con espacios comunes) con una voluntad de comunidad inclusiva, es decir, de seniors y personas con diferentes capacidades y abierto a colectivos afines (trabajadores sociales, etc.). La nueva regulación de los alojamientos con espacios comunes complementarios debe permitir desarrollar nuevas fórmulas de vivienda de alquiler, con una importante demanda, han de abaratar el coste de la emancipación de los jóvenes y deben dar respuesta a la creciente movilidad laboral y formativa, pero también deben permitir nuevas modalidades residenciales para la gente con capacidades diversas, los ancianos, las víctimas de violencia de género, los hogares monoparentales ... Estamos asistiendo a un momento histórico: la pandemia ha sacado a la luz la fragilidad de nuestro sistema socioeconómico, pero también la capacidad de nuestra sociedad para crear respuestas colectivas. Buscamos un modelo más inclusivo y sostenible desde el punto de vista social, ambiental y económico. o Modelo arquitectónico: tanto de las viviendas como de los espacios comunes.